Desde muy niña me fascinaron dos cosas que me siguen acompañando y deleitando hoy igual: viajar y el arco iris.

Cuando salí del colegio soñaba con ser azafata para tener la oportunidad de conocer muchos lugares; la maleta me significaba aventura, idiomas, gente, costumbres, sabores nuevos y desconocidos. No lo hice y podría pensar que todo aquello que constituye la batalla de mi día a día me impidió realizarlo, pero no es así; por el contrario, tengo ahora mi valija llena de experiencias invaluables, de recuerdos que son materia prima para la imaginación, de encuentros que marcan el corazón para siempre y de aprendizajes que valoro como regalos amorosos de quien es sin ninguna duda el tejedor y autor de la trama de mi existencia

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